Mynor Diez: “el vuelo libre es un ajedrez extremo”

Mynor Francisco Diez se crio en el deporte de vuelo libre viendo volar a su padre y tras su fallecimiento decidió elevar su propio vuelo como una forma de rendirle homenaje.

Mynor es uno de los exponentes guatemaltecos más destacados del ala delta en la modalidad de sport y recientemente colocó a Guatemala en el mapa mundial de este deporte al sobresalir en una competencia internacional en Italia.

A sus 31 años y 10 desde que empezó a practicar el vuelo libre, Mynor considera que esta disciplina es un “ajedrez extremo”, por el desafío constante de surcar el cielo en condiciones climáticas adversas.

En esta entrevista con CDAG, Mynor también cuenta que es un deporte muy seguro en la medida que los pilotos cumplan las medidas de seguridad y manifiesta su agradecimiento por el apoyo que brinda la Asociación. 

Una pasión heredada 

En la década de los 70 y 80s, su padre, Alejandro, fue uno de los pioneros del vuelo libre en Guatemala y años más tarde Mynor decidió seguir su legado.

“Nací en el deporte, viendo las competencias, armando los equipos, yendo a las montañas y aterrizajes junto a mi padre”, cuenta. 

Aunque admite: “mi real interés por el vuelo libre nace después de la muerte de mi papa en 2014. Tres años después me dieron ganas de meterme en el curso y sentir lo que él sentía al volar”.  

Otra de las motivaciones de Mynor fue el buen nivel de atletas que hay en Guatemala: “yo también quería ser parte de las competencias”, añade.

Sobre su vínculo con su padre, afirma: “Cuando vuelo, siento que él siempre está presente. Cuando estoy bajo o buscando una montaña, le pido ayuda y me la envía. Siento que volamos juntos. Desde que empecé en vuelo libre, es para sentirlo más cerca”, expresa. 

La progresión en el vuelo libre

Mynor detalla que en su caso el curso de iniciación para volar solo fue de entre 4 y 5 meses: “Después de esa etapa empecé a volar solo, yendo a las montañas para completar despegue y aterrizaje”, cuenta.

En la siguiente etapa, explica Mynor, es importante entender las condiciones climáticas: “El uso de termales en el vuelo libre las relacionamos con subir a las corrientes de aire caliente. Con el barómetro aprendemos a avanzar y a encontrar esas termales”, añade.

Una vez dominada la parte básica del vuelo, Mynor se aventuró en la parte competitiva del deporte: “Usualmente competimos en recorridos de entre 50 a 70 kilómetros, con más de tres horas de vuelo. El objetivo es ir marcando puntos usando el GPS, en recorridos que se asemejan a las boyas que se usan en deportes como navegación a vela, pero en el cielo”, detalla. 

Desafío constante del miedo

Mynor se refiere a las mayores complicaciones que implica un vuelo en ala delta: “hay que aprender a manejar el miedo. Pero al mismo tiempo es bueno tenerlo, porque nos mantiene alertas”, dice.

Pero recalca que lo más difícil e importante es: “entender el clima y por ejemplo saber porque se forman las nubes. El vuelo se vuelve técnico, pero siempre he pensado que es un 80% mente y 20% habilidad; es un ajedrez extremo”, afirma.

De la misma forma enfatiza las condiciones de seguridad que deben prevalecer: “en general es un deporte con pocos accidentes. Pero por eso siempre debemos ser muy precisos en la revisión de nuestro equipo de vuelo. Es un deporte seguro, mientras los pilotos lo hagamos seguro”, afirma. 

Sobre las sensaciones en el vuelo, Mynor expresa: “después de unos 15 vuelos, el deporte se disfruta mucho y son sensaciones asombrosas. Cada persona experimenta de forma diferente, pero es como soñar volando. En mi caso, al volar me desconecto y mi mente está concentrada en el vuelo. Disfrutando de los paisajes y vistas únicas”, admite. 

De Guatemala para el Mundo

Uno de los momentos más sobresalientes en la carrera de Mynor, llegó en junio pasado durante el evento Premundial de la especialidad de Sport: “En la competencia de entre unos 60 pilotos de todo el mundo, terminé en el tercer lugar. Fui el único guatemalteco y me emocioné mucho”, relata.

Y añade acerca de su experiencia volando en el sur de Italia, en la localidad de Lavello: “El Premundial sirvió para probar las condiciones para el Mundial del año próximo en la misma sede. Es espectacular, porque hay comunidad de vuelo y hasta una fábrica para probar alas. El otro año aspiro a destacar en el Mundial y espero que como país podamos llevar el equipo completo”, afirmó.

Otro de las motivaciones de su participación en Europa, fue el haber puesto a Guatemala en el mapa de la élite del vuelo libre: “muchos pilotos manifestaron sus ganas de venir a nuestro país. Sería ideal tener una comunidad de extranjeros volando en lugares hermosos como en Santa Elena Barillas, con vista a los volcanes”, se ilusiona. 

Una comunidad deportiva

Uno de los aspectos que Mynor más disfruta de este deporte, es el sentido de unión con sus compañeros, un valor que es fomentado por la Asociación Nacional de Vuelo Libre.

“Es una de las Asociaciones que más apoyo brinda a los pilotos. Como principiante es accesible apuntarse en los cursos, ya que hay equipo e infraestructura siempre a la disposición. Luego con resultados, crece el apoyo. Además, la práctica del vuelo libre se vuelve como una familia y se crea comunidad”, afirma.

Y alienta a las personas que desean aprender: “Para aprender a volar no se requieren muchas habilidades. Yo he visto a mucha gente que viene de otros deportes les va bien al probarse. En Guatemala hay lugares ideales para volar”, cuenta. 

Por otra parte, Mynor habla sobre las lecciones que le ha dejado el deporte: “de los valores más fuertes es el de la paciencia y perseverancia. Hay que saber esperar el buen clima para despegar. Vamos aprendiendo eso porque no siempre tenemos días ideales”, añade. 

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Entrevista Mynor Francisco Diez - Vuelo Libre