Jonathan Martínez, un fisicoculturista de talla mundial

De sus inicios humildes, a la cima mundial del fisicoculturismo, la trayectoria del experimentado atleta Jonathan Martínez ha estado llena de obstáculos, pero los ha superado con su constancia y resiliencia.

Martínez, de 34 años, logró en septiembre pasado su primer título en el Campeonato Mundial IFBB disputado en Irán, fruto de su esfuerzo y dedicación por más de 10 años entregado al deporte de alto rendimiento.

Medallista de bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019, subcampeón mundial en 2021 y doble campeón del Señor Guatemala, son algunos de los pergaminos más importantes de Martínez, uno de los talentos de la generación dorada del fisicoculturismo guatemalteco.

En esta entrevista con CDAG, Martínez reflexiona sobre las dificultades en su camino en el alto rendimiento, habla acerca de sus mejores logros, la exigencia en su preparación y las metas en el futuro próximo. 

¿Cómo descubriste el deporte del fisicoculturismo?

Siempre me gustaron los deportes. Comencé en el fútbol, soñando con ser futbolista profesional. Sin embargo, es un deporte muy masificado, lo que hace difícil destacar. El interés por las pesas empezó cuando unos amigos y yo decidimos ir al gimnasio para fortalecer nuestras piernas. Me llamó la atención verme musculoso. En ese momento trabajaba descargando camiones de 150 libras en un beneficio de café, y el gimnasio se convirtió en un escape. Pensé que podía aprender bien y trabajar como entrenador, lo que finalmente hice antes de competir. No tuve la posibilidad de estudiar, pero me dije: «Si aprendo bien esto, puedo ser entrenador». Así empecé como entrenador personal antes que atleta, a diferencia de muchos que primero compiten y luego entrenan”.

¿Cuáles eran tus metas cuando comenzaste?

“Mi meta inicial fue representar a la selección nacional y ganar el Señor Guatemala. Veía a otros atletas y pensaba: «Algún día quiero estar ahí». Sabía que el fisicoculturismo requiere años de esfuerzo, pero ese sueño me mantuvo enfocado. Siempre quise tener el uniforme de la selección en casa. Comencé pensando en trabajar como entrenador personal, pero en el camino me llamó la atención la competencia, sin nunca imaginar qué llegaría tan lejos”.

¿Cuándo viste realista competir a nivel internacional?

Aunque me convocaron a la selección en 2014, económicamente no me podía sostener en el deporte. Regresé en 2017, con mejor preparación y experiencia. En 2018, tras competir a nivel de Centroamérica, me di cuenta de que podía alcanzar un alto nivel si mantenía la constancia y el entrenador Rony Zamora confió en mí y me volvió a abrir las puertas. Ver a compañeros como Jorge Daniel Patzán y Erick Sánchez, campeones mundiales, me motivó aún más”.

¿Puedes hablarnos de la experiencia más difícil en tu carrera?

Después del mundial del año pasado, sufrí raptomiólisis, una condición causada por la deshidratación y en la cual los tejidos musculares se autodestruyen y liberan proteínas que pueden causar fallas renales. Estuve a horas de algo grave, lo que me hizo reflexionar sobre escuchar más a mi cuerpo y buscar preparaciones menos riesgosas. Este deporte exige llevar el cuerpo al límite, pero siempre hay que cuidar la salud”.

¿Qué tan estricta es la preparación en el fisicoculturismo?

Es un deporte de mucha fuerza mental. Las dietas son estrictas, comiendo lo mismo, a las mismas horas, durante semanas. Es un sacrificio constante que requiere disciplina absoluta. Tienes que estar preparado porque cualquier fallo puede costarte el resultado. El fisicoculturismo requiere una disciplina intachable, desde la dieta hasta el entrenamiento, sin fallar en nada”.

 ¿Qué significó para ti haber ganado el título en el Campeonato Mundial?

“Fue indescriptible. Este logro no se consigue en un año; llevo 16 años compitiendo. El año pasado sufrí una decepción grande tras quedar fuera del top 6 debido a circunstancias externas. Pero ganar el mundial es el resultado de todo ese esfuerzo acumulado, incluido superar los momentos más difíciles”.

¿En algún momento dudaste qué lo lograrías y pensaste en retirarte?

“Sí, después de la mala experiencia en el Mundial del 2023 pensé en el retiro. Había llegado en mi mejor momento físico, pero me quedé fuera del Top 6 de la final. Y como anécdota, que no le había contado a nadie, en el Mundial de este año sentí pánico escénico y no quería subirme al escenario. Hasta llamé a mis esposa, y ella me dio las palabras que necesitaba: El trabajo ya lo hiciste, lo que pase ahora es ganancia». Eso me hizo cambiar de perspectiva y finalmente competir. Yo ya tengo 34 años y sé que vienen atletas jóvenes que tienen un buen nivel. Y le dije a mi entrenador, Rony Zamora, que quizá era hora de retirarme. Pero él me convenció y me dijo que todavía podía ser competitivo”.

¿Cuáles son tus próximos objetivos en el fisicoculturismo?

“A corto plazo, quiero defender mi título mundial; hacerlo las veces que sea necesario. A largo plazo, me gustaría seguir vinculado al deporte, ya sea en la parte técnica o directiva.

¿Cuál crees que ha sido la clave de tu éxito y por qué el nivel del fisicoculturismo guatemalteco se ha elevado?

“La disciplina en los entrenos y en la preparación. En el fisicoculturismo, si no haces todo perfectamente, no destacas. Este deporte me enseñó una disciplina intachable que considero la clave del éxito en cualquier ámbito. Es un deporte que exige precisión y constancia”. 

¿Qué mensaje le darías a los nuevos atletas?

“Que mantengan la constancia y la disciplina en todo lo que hagan. Los resultados no llegan de inmediato, pero con trabajo arduo y enfoque, se pueden lograr grandes cosas”.

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Entrevista Jonathan Martínez - Fisicoculturismo